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Un día en la

Cinemateca

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ACTO I

El mundo ordinario:

Un día soleado en el Parque Nacional de la ciudad de Bogotá, ya se asomaba la luna en medio del cielo despejado, nos encontrábamos sentadas, compartiendo una manzana verde, impresionantemente grande, fue tal el asombro que decidimos hacerla posar para nosotras. Entre risas y la calma del lugar, nos detuvimos a pensar en qué historia queríamos contar para la crónica. En algo estábamos de acuerdo: debía ser algo novedoso. La lluvia de ideas se tardó unos minutos hasta que repentinamente se propuso hablar de los monumentos que hay en la ciudad, rápidamente fue descartada esa idea porque no nos convenció. Al final de nuestra visita al parque, después de haber hablado de nuestros libros favoritos quedamos en contar la historia de un barrio que quede cerca a una cárcel.

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La llamada de la aventura:

Unos días después, nos dispusimos a emprender nuestro viaje hacia La Picota para empezar a evaluar los lugares aledaños y tomar algunas fotografías, queríamos empezar a estructurar la crónica lo antes posible y sabíamos que iniciar tomando las fotos del lugar era el primer paso.

El rechazo de la llamada:

Luego de haber analizado si debíamos utilizar este tema para la crónica, desistimos porque no sabíamos en qué queríamos enforcarnos, pensamos que sería un tema difícil de tocar y estábamos acercándonos al día de la entrega. Nuestra barra de avance se encontraba nuevamente en ceros.

Encuentro con el mentor:

El miércoles 28 de agosto, aproximadamente a las 8:40 p.m. nos reunimos con el profesor para por fin definir nuestro tema. En primer lugar, mencionamos todas las ideas que se nos habían atravesado por la mente y que hasta ese momento habíamos considerado. Nuestro mentor, con atención escuchó con atención nuestras propuestas y se tomó un momento para iluminarnos pues, aunque no habíamos delimitado el tema, sabíamos que queríamos hablar de la Cinemateca y él nos dijo que contáramos la experiencia de un día en la cinemateca.

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ACTO II

La travesía del primer umbral:

Nuestro día en la Cinemateca comienza a las 11:50 a.m., de un domingo nublado y frío. Juntas caminamos hasta el lugar y nos detenemos ante la arquitectura del nuevo espacio, dedicado a las personas que disfrutan del séptimo arte y apreciamos el resultado final: un edificio enorme, estilizado y lleno de cultura en su interior. Llegamos justo antes de que la fila se colmara de visitantes a la espera de comprar la suya. Los rostros que pudimos detallar irradiaban sabiduría y experiencia. La situciòn en la fila se torno estresante debido a que ese día se estaban regalando unas boletas para un concierto de música popular, por lo tanto había más personas de lo habitual, provocando desorden e incluso peleas entre los interesados en el evento y los colaboradores de la Cinemateca.

Pruebas, aliados y enemigos:

Después de haber tomado muchas fotos del lugar, estábamos a punto de entrar a la función, aunque esta era a la 1:00 p.m., decidimos entrar a las 12:45 p.m., al mostrar nuestras entradas, la colaboradora con la chaqueta azul de la Alcaldía nos pregunta muy amablemente, ¿qué película vienen a ver? Nosotras con un inglés básico pronunciamos “​High Life”​ , ella alzó la mirada con un gesto de duda. Miró su celular, analizó, llamó a su compañero y le preguntó: “¿​High Life reemplazó a Los Días de la Ballena​?”, a lo que él respondió: “sí”, observó nuestra boletas y nos indicó las escaleras para subir a la sala 3.

Acercamiento a la cueva profunda:

 

Antes de ir a la película nos fijamos en el particular espacio de las salas, sus paredes grises y una única pared blanca con una frase de la icónica película bogotana La Estrategia del Caracol​, pero el color verde también se manifiesta con pequeñas plantas en el suelo. Cuando empezamos a tomar fotos del lugar, la chica de la chaqueta azul nos pidió eliminar las fotos ya tomadas, con el argumento de que estaba prohibido el uso de cualquier dispositivo de audio o video.

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La Odisea o el calvario

Esas palabras generaron en nosotras una sensación de desespero, ya que llevábamos más de una hora tomando los mejores ángulos de un lugar tan especial, el cual merece ser descubierto y además. está lleno de curiosidades en cada rincón convirtiendo a la Cinemateca Distrital en un lugar que esconde muchos mundos cinematográficos diversos. Después de dos minutos, una empezó a eliminar las fotos que se había tomado distrayendo así la atención de la señorita, mientras la otra fingía borrarlas.

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ACTO III

Recompensa:

 

Logramos engañar a la chica de la chaqueta azul, haciéndole creer que las fotos ya no existían en la memoria de nuestros celulares. Al subir las escaleras para la sala 3, faltando dos minutos para el inicio de la función, teníamos risa nerviosa por lo sucedido, pero a la vez una sensación de alivio por conservar las fotos. Al llegar al segundo piso, nos emocionamos al ver una terraza pero al querer entrar nos detuvo un vigilante.

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La resurrección:

Nos ubicamos en la fila F, puesto número cinco y seis. No hubo anuncios de ningún tipo, pero sí una invitación por parte de la Alcaldía a que los asistentes que hacen parte de alguna postulación a cargo políticos públicos se retiraran de la sala. Luego de este mensaje, la película inició inmediatamente a la 1:02 p.m. Nos encontrábamos expectantes pues, no habíamos leído la reseña de la película como para darnos una idea de su trama.

En el transcurso de la película nos mirábamos con pequeñas carcajadas provocadas por la confusión que nos generaba algunas escenas. Del mismo modo, nos susurramos el frío que estaba haciendo en el lugar y que, además, nadie irrumpía el silencio que reinaba en la sala.

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El retorno con el elixir:

 

El final de la película fue sorpresivo y dejó muchas dudas en el público, pues escuchamos preguntas tales como: “¿Sobrevivieron?”, “¿Encontraron el hoyo negro?”, “¿Llegaron sus mensajes a la Tierra?”. Salimos de la Cinemateca llenas de dudas y hambre, pero con la satisfacción de haber conocido un lugar tan fascinante material para presumir nuestra visita.

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